Hace más de 20 años, me tembló la voz por primera vez.
Era mi debut en la radio. Copresentaba un informativo local en plena jornada electoral. Los papeles sudaban entre mis manos, mi cabeza iba a mil por hora y, aunque había repasado una y otra vez el guion, en el momento de abrir el micro… no recuerdo ni lo que dije. Solo sé que terminé, respiré, y al final, resulta que todo salió bien.
Desde entonces, he hablado en decenas de eventos, he dirigido y presentado mi propio programa de radio, “Empresas con Impacto”, en Capital Radio durante tres años y he entrevistado a los líderes empresariales más influyentes del país. Y, sin embargo, la impostora nunca se ha ido del todo.
Porque comunicar no es solo hablar. Es exponerse. Y exponerse da miedo.
El miedo no es a fallar. Es a lo que viene después.
Después de más de 13 años emprendiendo y más de 10 ayudando a empresas y emprendedores a comunicar mejor, he descubierto que el mayor freno a la hora de comunicar no es el miedo al fracaso, sino el miedo al éxito.
Porque el éxito supone cambios. Supone enfrentarse a una versión de ti que ya no puede esconderse. Aceptar que lo que digas tendrá un impacto, que serás visto, escuchado y valorado. Y eso, en muchos casos, es más aterrador que quedarse en la sombra.
Por eso postergamos. Lo disfrazamos de perfeccionismo, de falta de tiempo o de “aún no estoy preparado”. Pero lo que realmente nos frena es la resistencia a salir de lo que conocemos.
Y no importa si hablamos de subir un post a LinkedIn, de presentar un pitch ante inversores o de enfrentarnos a una entrevista con periodistas. El miedo es el mismo.
La startup que tenía la historia perfecta (pero la ocultaba)
Te cuento un ejemplo muy representativo. El año pasado, trabajé con los CEOs de una startup de Barcelona. Tenían un proyecto con un enorme potencial, pero cada vez que intentaban presentar su pitch a inversores o clientes estratégicos, su mensaje no conectaba.
Después de escucharles, me di cuenta del “problema”: su historia personal era potentísima, pero la contaban solo de refilón, como un dato más.
Pensaban que no era relevante para los objetivos de la empresa. Que lo que importaban eran los números, las métricas, el modelo de negocio. Pero en realidad, su historia era la clave para conectar.
En cuanto trabajamos en integrarla de manera natural, todo cambió. En cinco sesiones, aprendieron a transmitir su visión con emoción y estrategia. Y el resultado llegó rápido:
✅ Cerraron un contrato con un hospital público.
✅ Lograron una colaboración con una ONG internacional.
✅ Presentaron con éxito ante inversores clave.
No porque aprendieran a “hablar bonito”. Sino porque aprendieron a contar su historia de manera que importara.
Y como es ya tradición en esta newsletter te quiero recomendar una canción con historia, porque la música para mí es oxígeno. Y la de hoy es para ponértela de fondo mientras te tomas un café, miras el cielo y te pierdes en tus pensamientos.
Shine On You Crazy Diamond, de Pink Floyd, es un homenaje a Syd Barrett, su excompañero de banda, alguien que brilló demasiado y terminó consumido por su propia luz. La canción es una mezcla entre nostalgia y advertencia: brillar con autenticidad es un acto de valentía, pero esconderse en la sombra también tiene consecuencias.
Y siguiendo con mi parte más cultural, hoy sigo un poco “oscura” y te traigo el cuadro "Saturno devorando a su hijo", de Goya. En él, el dios devora a su propio hijo por miedo a ser destronado. Es una imagen brutal, siempre me ha impactado, pero simbólica: muchas veces somos nosotros mismos quienes boicoteamos nuestra grandeza por miedo a lo que pueda venir después.
Lo que no nos dicen es que brillar no significa quemarse. Que comunicar bien no significa exponerse sin control, sino hacerlo con estrategia, desde un lugar sólido.
Porque comunicar no es solo hablar. Es liderar.
Durante tres años dirigí y presenté el programa de radio Empresas con Impacto, entrevistando a líderes de compañías inspiradoras. ¿Sabes qué tenían en común?
Ninguno llegó a donde está sin comunicar su visión.
La pregunta no es si tienes algo valioso que decir. Es si estás dispuesto a hacer que los demás lo escuchen.
Si quieres trabajar en ello, a tu ritmo y adaptado a lo que realmente necesitas, podemos hacerlo juntos. Escríbeme.
Estoy muy de acuerdo en que muchas veces es el miedo a que las cosas funcionen lo que echa para atrás. En mi caso diría que es porque implica un compromiso que, aunque quiera aceptar, me da miedo abandonar en algún momento.